Posted by Miguel Navarro
¡Lo que es bueno para ti, es bueno para el planeta!
Ya han pasado dos años desde que empezamos a analizar el impacto ambiental de las granjas de ovino y los cebaderos que gestiona Oviaragón.
En este momento dicho análisis se ha completado para 41 granjas y 2 cebaderos y pronto llegaremos a las 50 granjas y 9 centros de clasificación.
¿Como se está haciendo?
A la vez que recogemos los datos anuales para la evaluación económica de las granjas (Gestión Técnico-Económica), recogemos los datos para la valoración ambiental.
No son datos diferentes, si no que se recogen en cantidad en lugar de en dinero.
Por ejemplo, el gasto de gasoil en euros nos sirve para la contabilidad financiera y ese mismo gasto en litros, nos ayuda a contabilizar las emisiones.
De la mano de la Escuela Politécnica de Huesca, con Luis Pardos a la cabeza, calculamos el beneficio por oveja y año, el gasto en alimentación por cada cordero vendido o los ingresos por trabajador, por ejemplo.
Del mismo modo, pero con herramientas de cálculo diferentes, de la mano de Neiker, instituto vasco de investigación y desarrollo agrario, hacemos la valoración del impacto ambiental de nuestra actividad ganadera, obteniendo el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que son los que producen el aumento de temperatura de la atmósfera.
Además de nuestro sistema de carne extensivo en Aragón, se han analizado los sistemas lecheros intensivos (Assaf o Lacaune) y extensivos (Lacha o Churra).
Según la FAO (2017) en el mundo las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), generadas por los pequeños rumiantes, suponen en torno al 6,7% de las emisiones GEI procedentes de la ganadería y en torno al 1% de las emisiones totales de origen antropogénico (derivadas de la actividad humana).
Y en España, el ovino (carne y leche) emite el 16% de las de origen ganadero y menos del 1.5% de las totales.
La producción ganadera mundial emite un 1% de los GEI totales, si contabilizamos todas las actividades humanas
Primeros resultados
Gracias al análisis de los datos obtenidos en el proyecto Green Sheep, ahora ya conocemos nuestros propios valores de emisiones para ovino de carne y leche y los procesos dónde más CO2 se emite a la atmósfera.
La rumia y la alimentación, junto con la gestión del estiércol, son por ejemplo y como es lógico, los más “costosos”, por eso las medidas que reduzcan nuestra huella en estos campos nos beneficiarán a todos los niveles.
La tan escuchada “huella de carbono” es la expresión que engloba el nivel de emisiones de GEI producida en cada actividad.
En los casos analizados para nuestras ganaderías, existe una gran variabilidad para este valor, que puede ir desde 9.08 hasta 40.54 (dato medio 19.25) kg CO2 eq/KG PV dependiendo las fuentes de alimentación disponibles o el nivel de producción… y en cada uno de ellos debemos fijarnos para mejorar.
¿Cómo se mide la huella de carbono?
La huella de carbono se mide en gramos de dióxido de carbono equivalentes (gCO2eq).
Esta unidad permite cuantificar el impacto ambiental de todos los gases de efecto invernadero en un único indicador.
Para cada actividad, la H.C. será el resultado de dividir los gases emitidos en forma de CO2 por los kilos de producto obtenido.
Buenas prácticas
Son todas aquellas técnicas o procesos que nos llevan a ser más eficientes, es decir, a producir más alimentos con menos imputs. Menos coste y menos contaminación.
Entre otras, las buenas prácticas que nos lleven a producir más corderos por oveja, o a hacer las dietas más digestibles y eficientes nutritivamente, serán ideales para las dos cuentas, la de la rentabilidad y la de la contaminación.
Es por ello por lo que desde Oviaragón trabajamos en alimentación ovina, optimizando las fórmulas de pienso de corderos y recalculando los ingredientes de las mezclas de ovejas: manteniendo el nivel nutritivo, reducimos el precio y el desperdicio o fracción no digestible, y con ello, la huella de carbono.
Existen otros aspectos importantes en los que hacemos hincapié y podemos mejorar como son los procesos de cosecha y conservación de los forrajes, en forma de henos o ensilados, cuya técnica requiere de conocimiento y buena praxis para actuar en el momento óptimo y del mejor modo posible, lo que llevará a almacenar unos forrajes de excelente valor nutricional y digestibilidad para nuestros animales, optimizando el gasto y garantizando una excelente cría de los corderos.
Por otro lado, igual que en la cuenta de explotación ponemos gastos y también ingresos, en la valoración de impacto ambiental de nuestra actividad, debemos tener en cuenta las emisiones, pero también el secuestro de carbono, es decir, la cantidad de carbono que vuelve a ser almacenado en el suelo en lugar de emitirse a la atmosfera, gracias a nuestra actividad. Este proceso está relacionado con los beneficios del pastoreo, que bien gestionado favorece la fijación de carbono principalmente en los cultivos y praderas naturales permanentes.
La FAO publica la primera “Evaluación de carbono en suelos de pastizales”
Un nuevo informe de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), describe como los pastizales bien gestionados pueden aumentar la capacidad de los suelos como sumideros de carbono gracias a mejores prácticas de gestión y esto puede ser una estrategia de los países para alcanzar sus objetivos climáticos.
realidadganadera.es/home/actividad/mas-alla-del-titular/la-fao-publica-su-primera-evaluacion-global-del-carbono-del-suelo-en-pastizales/
En relación con esta línea, Oviaragón propone otras prácticas muy interesantes que igualmente beneficial al bolsillo y al planeta, y que están relacionadas con el buen manejo de las praderas y el pastoreo.
Una buena planificación de la superficie disponible para el cultivo de especies forrajeras, la rotación con leguminosas que fijan nitrógeno y son plurianuales o el pastoreo a diente de cereales como el triticale, ayudan a fijar el CO2 en el suelo, evitan la erosión y empobrecimiento de nutrientes y aumentan la capacidad de retener el agua en el mismo.
Ahora mismo, desde el equipo técnico de Oviaragón, se está definiendo una estrategia de actuación para una serie de granjas que conllevará la implementación de estás prácticas y servirá de demostración para llevarlas a cabo en otras muchas.
El objetivo de este proyecto es elegir para cada ganadería aquellas prácticas agroganaderas que más le beneficien e implantarlas del mejor modo posible para obtener mayor rentabilidad y un mejor efecto ambiental, social y de bienestar animal.
¡Lo que es bueno para el planeta, es bueno para ti!
Deja tu comentario